¡Cómo pasa el tiempo! Esta semana despedimos el verano y damos la bienvenida al otoño… y aunque todavía podemos disfrutar de días calurosos llevo tiempo pensando en preparar recetas propias de días de frío, de esas que necesitas tiempo de elaboración y de cocción.
Pero de momento me resigno, porque ya habrá meses para dedicarle tiempo. Las mañanas están frías pero durante el día hace calor, algo que me desconcierta a la hora de elegir si quiero la comida fría o caliente. Por lo que se me ocurren recetas ambiguas, de las que puedes comer calientes o frías dependiendo del clima.
Pero no todas las cremas están ricas frías y calientes. Una de mis favoritas es la de calabacín templada con queso Cabrales que mantiene su sabor sin perder intensidad. Esta verdura derivada de la calabaza da mucho juego en la cocina, ofrece decenas de versiones para expresar todo su sabor, se acentúa en caliente y resulta fresca fría.
La receta que os propongo hoy no tiene que acompañarse de un queso fuerte, lo ideal es que se junte con lo que apetezca en ese momento: queso fuerte o suave, frutos secos, picatostes… tampoco tiene indicaciones estrictas de cantidades ya que si gusta más espesa podemos reducir la cantidad de agua en la cocción, de este modo la hacemos más ligera. En cualquier caso, el calabacín es el sabor protagonista.
Los ingredientes que vamos a necesitar son:
- 1 calabacín grande o tres pequeños
- 1 cebolla grande
- 3 pencas de apio
- sal
- pimienta
- 1 chorro de aceite de oliva virgen extra
- queso Cabrales (al gusto)
Preparación:
Picamos la cebolla, apio y calabacín en forma de cuadrados pequeños. (Utilicé toda la carne del calabacín pero sólo utilicé la mitad de la piel). Comenzamos haciendo un sofrito con la cebolla y el aceite durante 15 minutos a fuego bajo. Pasado este tiempo, añadimos el calabacín y el apio manteniendo el fuego bajo durante 10 minutos más. Añadimos agua sin que sobrepase la verdura, subimos el fuego y dejamos cocer 20 minutos la crema. En este paso, podemos añadir más agua si se prefiere la crema más líquida.
Cuando la verdura esté tierna salpimentamos la crema y trituramos. Si vamos a acompañarla con queso no debemos pasarnos con la sal ya que éste cuenta con su propio aporte. Si queremos que el queso se funda con la crema es en este momento cuando lo añadimos y dejamos fundir a fuego medio hasta que se haya disuelto. Si queremos llevar trocitos de queso en cada cucharada a la boca, lo desmigamos y esparcimos por la crema una vez servida.
El queso va ayudar en el espesor de la sopa, es interesante tenerlo en cuenta si nos gustan las cremas densas. El calabacín es una de las verduras con mayores virtudes nutritivas así que si os gusta el calabacín y buscáis un entrante hipocalórico aquí tenéis una opción en crema.
Bon appétit!
Cómo pasa el tiempo, sin duda. En nada estaremos echando de menos que luzca durante tantas horas el sol, que ya no nos de tanto calor, los paseos con el buen tiempo … Pero es el ciclo de la vida, y todo lo que va vuelve.
Me alegra verte de vuelta y que nos traigas una receta sencilla y tradicional, a excepción del toque de queso azul, ¿que sabes qué? Que me encanta.
Besos!!
Me consuela pensar que me refugiaré entre fogones cada vez que eche de menos el calor y los paseos veraniegos 😉
Me alegra que te guste, Yolanda!
Besos
Qué buena idea el toque de cabrales (es un queso que me gusta, en su justa medida 🙂
A mí me pasa igual en esta época: aún no es otoño pero tampoco es ya verano, y estos entretiempos, con sus variaciones de temperaturas, le traen a una de cabeza con la ropa… Hoy, por ejemplo, hemos amanecido con una niebla espesa como una telaraña, y ahora parece que luce el sol, aunque no descarto que después llueva….
Buen provecho!
Esta mañana cuando he abierto la ventana refrescaba como si fuera noviembre, pero como bien dices, parece que lucirá el sol, así que me abrigué como una cebolla para luego ir sacando capas 😉
A mi también me gusta el Cabrales en su justa medida… en salsas me encanta!
Besos
Veo que que no soy la única que tiene problemas a la hora de pensar que hacer de comida y que ropa ponerme jajajjaa.
La verdad es que al final del verano siempre ocurre igual, estamos aburridos de gazpachos y ensaladas, pero yo no me decido a hacer un cocido, hasta que todos los miembros de mi familia lo pidan con ahínco. Me encanta hacerles que lo deseen.
Ayer precisamente hice una crema de puerros y calabacín, y di la opción de que cada cual se la tomara a su gusto, fría, templada, caliente :))))
Tu genialidad diferenciadora es el queso de cabrales, así que tomo nota. Y por supuesto la foto que nos muestras.
Bsssss
Parece más sencillo adaptar el menú de días fríos a calurosos que viceversa, ya que viendo el solecito por la ventana no me apetece comerme un buen cocido (aunque lo desee) 😉
Besos
No se me había ocurrido ponerle apio a la crema de calabacín, seguro que gana muchisimo. Yo en cambio estoy encantada con el cambio de temperaturas, el verano es la única estación que me disgusta y cuando deja de hacer calor me reactivo en todo. Me gusta mucho la luz que has conseguido hoy ¿exterior?
Besitos 🙂
Me encanta añadir un toque de apio a las cremas porque es diurético 😉 A mí también me encantan las épocas más frescas… siento que el calor me aletarga.
Las fotos son todas de exterior, como las que hicimos en tu jardín, seguí el mismo método 🙂
Besos